Fibras naturales o plástico no reintegrable

300 millones de años separan el papel y el plástico

Alberto Vizcaíno López  “Alvizlo”

Hijo del éxodo rural, estudié Ciencias Ambientales en la Universidad de Alcalá. Me interesan la gestión ambiental y seguridad industrial, las redes sociales y software libre.

Siempre con la sostenibilidad como objetivo

Me llaman mucho la atención los análisis que dicen que el papel es menos ecológico que el plástico. Lo siento, no puedo con ellos. Son estudios parciales e intencionadamente sesgados que olvidan algunos pequeños detalles.

El primero que la materia prima de la que obtenemos la mayor parte del plástico es un recurso fósil que se generó hace unos 300 millones de años en un momento de la historia geológica de nuestro planeta que poco o nada tiene que ver con el actual.

A los defensores del plástico se les llena la boca hablando de economía circular, pero si dependemos de un viaje de 300 millones de años… mal vamos.

No se puede obviar el destino de la mayoría de los plásticos

Tampoco podemos obviar el destino de la mayoría de los plásticos que alguna vez ha fabricado o utilizado la humanidad. ¿Reutilización? ¿Reciclaje? No: microplásticos que contaminan la cadena alimentaria.

Están en las heces de todos nosotros y liberan sustancias plastificantes que, igualmente, se pueden encontrar en la sangre y la orina de los seres humanos que actualmente habitan el planeta.

Algunas de esas sustancias, por cierto, tienen efectos hormonales sobre nuestro organismo cuyo impacto iremos viendo durante los próximos años.

Frente a ese origen y ese impacto tenemos el papel: fibras de origen vegetal con un ciclo que ocurre en una escala temporal humana. Sí la industria papelera genera muchos impactos, estamos de acuerdo ¿los comparamos con los de la petroquímica?

Tampoco estaría mal sería comparar los impactos de la gestión forestal y los de la industria de extracción del petróleo.

Contribuir a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible

La localización y distribución global de los recursos y la posibilidad de contribuir a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la explotación ordenada de ambas fuentes de recursos.

Mientras el mundo rural languidece y los recursos forestales se convierten en combustible para desastres ecológicos en distintas partes del planeta hay quien todavía prefiere seguir lavando la imagen de un material, que siendo maravilloso e insustituible en algunas aplicaciones, deberíamos sustituir en la mayor parte de los usos que nos sea posible.

La próxima vez que lean comparaciones entre estos dos materiales miren hasta dónde llega el análisis.

Si se reflexiona sobre que el plástico es una correa de transmisión que extrae a la superficie y deja listo para su liberación el carbono que había estado retenido en la corteza terrestre durante los últimos 300 millones de años.

O si se aportan datos sobre cómo la gestión sostenible de los bosques contribuye a retener carbono de la atmósfera en forma de madera y materia orgánica que acumulada en suelos forestales.

Frente a la extracción concentrada y centralizada de petróleo tenemos la posibilidad de una producción distribuida de fibras vegetales.

Un residuo que la naturaleza no es capaz de reintegrar

Ante un residuo que la naturaleza no es capaz de reintegrar, que desborda sistemas de recogida, sobrepasa nuestra capacidad de tratamiento y abarrota vertederos, tenemos unas fibras vegetales fáciles de recuperar o, en su caso, descomponer por procesos naturales.

Dejando de lado la pasión y volviendo al rigor profesional, antes de afirmar que «las bolsas de papel no son más ecológicas que las de plástico» convendría recordar que sí existe un sello de certificación dentro del esquema legal de etiquetado ecológico europeo para productos de papel ecológico pero lo no hay para productos de plástico.

No podemos perder de vista que el enemigo común es el producto de usar y tirar.

Los envases cómplices de cadenas lineales de producción y consumo que causan destrucción a lo largo y ancho de nuestro planeta.

Pero mientras el plástico es una bomba de relojería que amenaza tu salud, el cartón son unos gramos de carbono que, temporalmente, están retenidos de la atmósfera que compartirnos.