República o Monarquía, ¿pero qué república?

REPÚBLICA O MONARQUÍA

¿PERO, DE QUÉ REPÚBLICA HABLAMOS?

Julio Lumbreras Astorga / Opinión/ Sur Media Madrid

República (Definición)*

“Una república, es una forma de estado cuya máxima autoridad no es un monarca y las demás autoridades ocupan el poder a través de una forma de gobierno como la aristocracia, la democracia, el parlamentarismo, la oligarquía, etc. En las repúblicas democráticas actuales la figura del jefe de Estado suele ser representada por el presidente.

El término república fue acuñado por primera vez en el año 500 a.C. en Roma, pero con el tiempo el término ha sufrido varios cambios de significado. Inicialmente, el término latino res publica significaba la anterior «forma parcial de democracia» como se encuentra en Roma desde 500 a.C. hasta 27 a.C. En esta primera democracia parcial romana, el poder de la clase aristocrática o Patricios que tenía todos los escaños en el Senado romano fue controlado por la institución del consulado, cuyos dos cónsules / vice-gobernantes fueron elegidos anualmente por los ciudadanos libres o plebe de Roma. La antigua definición romana de la palabra difiere del uso moderno del término, donde no se considera que las posiciones de liderazgo se limiten a la «clase dominante».

No debe confundirse a las repúblicas modernas con las antiguas repúblicas bajo un régimen de democracia directa, pues aluden a principios distintos; la república moderna es el gobierno de la ley mientras que democracia directa significa el gobierno del pueblo. Las dos grandes diferencias entre una democracia directa y una república representativa son: primera, que en la segunda se delega la facultad de gobierno en un pequeño número de ciudadanos, elegidos por el resto; segunda, que la república representativa puede comprender un número más grande de ciudadanos y una mayor extensión de territorio”. Hasta aquí la nota sobre la definición de República*

Si algo ha caracterizado a las repúblicas de más reciente creación, es la teórica “separación de los poderes del Estado” (Ejecutivo, Legislativo y Judicial). Existen a su vez una gran variedad de modelos republicanos, entonces la prioridad en estos momentos en los que se debate en España entre Monarquía o República, tendrá necesariamente que plantear en el caso de la opción republicana, a qué tipo de República se aspira, qué modelo social y de futuro propondría ese supuesto modelo republicano.

En el momento histórico actual, se han experimentado ya un gran número de modelos y sistemas económicos políticos y sociales, nos referíamos anteriormente lo que podría ser el eje o debería ser la columna vertebral de una “Nueva República”, hablábamos de la separación de poderes, pero también debemos hablar de otras características que le deberían ser propias y que dotarían de credibilidad, a ese “supuesto” nuevo orden social y político, entre ellos qué esa República incluyera en su texto fundacional o constitucional, una ley de responsabilidad política y judicial, algo necesario y más propio a los tiempos que vivimos, tomando en cuenta el contexto histórico español, el modelo sin duda debería ser el de una República confederal y solidaria, que sumaría a sus virtudes y atributos, el de la libre asociación de los territorios históricos y culturales, se debería garantizar constitucionalmente, la diversidad en todos sus aspectos, institucionalizar y el “referéndum” como figura clave para la creación de una democracia real. Debería garantizar asimismo, la autonomía plena de los territorios que la compongan para la aprobación de leyes propias, sin la tutoría de un Estado centralizado. Este modelo de República Confederal y Solidaria, se constituiría formalmente a través de un Parlamento Plurinacional, que garantice la misma representatividad para todos los territorios sin importar su tamaño, economía, etcétera.

Requeriría este modelo confederal, de una descentralización de la estructura del Estado otorgando a los Municipios, los distritos o los barrios, el máximo poder de decisión en materia económica y social.

Un estado que garantice para todos sus ciudadanos, la salud, la educación, la vivienda y el futuro al llegar a determinada edad, este aspecto debería de tratarse a través de la implantación de una “pensión única y digna”.

Una República Confederal y Solidaria, sería un Estado que garantizaría la dignidad de todos los ciudadanos mediante una Renta Básica Universal e Incondicional.

Estos serían los ejes para hoy en día y en el contexto actual, poder abrir un debate real entre Monarquía o República, habría que instaurar como pre-dialogales los lineamientos de igualdad ante la ley, de derechos fundamentales, de solidaridad y transversalidad, de otra manera no hacerlo sobre así, remitirían a un debate entre dos opciones viejas y caducas, propias de una mentalidad y una sociedad de siglos anteriores, por lo tanto, a un modelo estéril y carcomido en sus raíces.

El discurso actual debería de centrarse en estas premisas fundamental: justicia o injusticia, modelo nacional centralizado o modelo confederal y solidario, responsabilidad política y judicial, o corrupción e impunidad. Una República sin estas premisas, no garantiza ser un mejor modelo social que una monarquía constitucional, hay numerosos ejemplos de esto, República por sí mismo, hoy en día es un concepto completamente vacío y desfasado, y no necesariamente calaría en lo hondo de las poblaciones en un sentido consciente y evolutivo.
Hablar de evolución, es poner como máximo valor al ser humano, sus derechos fundamentales, el desarrollo de todos y para todos, la productividad que genere riqueza para el conjunto de los ciudadanos y no para unos pocos, el respeto absoluto e imperante al medio ambiente para detener la amenaza y urgencia del cambio climático.

Tenemos ante nosotros una oportunidad histórica de cambiar la dirección de los acontecimientos, y por ello debemos de construir con la mirada puesta en el futuro y no en formas añejas e irrealizables mirando al pasado. A veces me da la sensación, que en España miramos más hacia atrás qué hacía adelante, “el modelo republicano” qué veo se exhibe por parte de la mayoría de las personas que optan por esta opción, es el modelo de la segunda República, un modelo irrealizable, que plantea más dudas que certezas, qué se basa en la idealización de un pasado que no fue tan brillante como algunos creen. Es fundamental renovar la imagen de lo que llamamos “República”, ya durante el 15 M se vio que un modelo político y social adaptado a los tiempos que vivimos, debería de ser transversal y horizontal, lo más transversal posible y lo más horizontal posible.

No se trata de vapulear al estado nacional tampoco, se trata de reformarlo y adaptarlo a las nuevas circunstancias y al futuro por venir, un modelo social que no asfixie a las personas, sino que les dé holgadas expectativas de futuro para ellos y sus descendientes.
El modelo de una República confederal y solidaria, respondería con sus errores y aciertos a lo que necesita nuestra sociedad, lo que necesita el ser humano actual, una sociedad humanizada y de progreso social, donde el individualismo de paso a una mirada de lo común, de lo colectivo, de lo conjunto. Esa mirada y esa sensibilidad están ahí, está en los más jóvenes, en las nuevas generaciones, pero los filtros que imponen “la vista cansada y la miopía” de las generaciones hoy en el poder, impide la implementación a corto plazo de este sistema social humanizado y por lo tanto solidario.

Hasta aquí esta pequeña reflexión compartida, desde luego para mí muy necesaria, ya que espero se vaya abriendo camino hacia ese mundo y esa sociedad que aspiramos para nosotros nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. En esta reflexión, hemos dejado sin desarrollar intencionalmente, los aspectos que consideramos fundamentales para esa República del futuro, como el tema de la separación de poderes, el modelo de la estructura política de ese estado republicano, la responsabilidad de políticos y jueces para instituir una sociedad justa e igualitaria de una vez por todas, y lo hemos hecho a propósito, porque son temas que se deben debatir y consensuar en la misma sociedad, el qué, el cómo y el cuándo, son temas que hacen a los conjuntos humanos y no a “intelectuales” que iluminen la sociedad con brillantes discursos, esto es parte del cambio también. El por qué y el para qué, son cosas que tienen que estar claras en cada una de las personas que quieran aportar en la construcción de esa sociedad humanizada solidaria y no violenta, a nadie se le puede convencer y mucho menos imponer, la necesidad de construir un futuro mejor, tiene que ser un acto libre, una intencionalidad qué naciendo de cada individuo se plasme en la obra común, La familia la sociedad y el mundo.