La “teleneurología” eficaz para pacientes con ictus
La “teleneurología” una opción eficaz para mejorar la calidad de vida en los pacientes con ictus
El Servicio de Neurología del Hospital Universitario Infanta Elena incide en la importancia de las nuevas tecnologías para el tratamiento en fase aguda de pacientes con ictus isquémico
Redacción/ Valdemoro Digital
Con motivo del Día Mundial del Ictus, que se celebra mañana, el Hospital Universitario Infanta Elena. Este enlace se abrirá en una ventana nueva, integrado en la red sanitaria pública madrileña, recuerda el importante papel que puede tener la telemedicina en la asistencia de esta patología, en la que el tiempo de reacción es clave y muy limitado así como de otras enfermedades neurológicas.
Y es que, si desde el año 2014 el centro cuenta con el Teleictus, una herramienta que, sin necesidad de traslados, pone en contacto al personal del Servicio de Urgencias y al neurólogo para la atención y el tratamiento en fase aguda de pacientes con ictus isquémico, su contrastada eficacia le ha valido una merecida ampliación en su ámbito de actuación.
«Lo que empezó como teleictus se ha extendido hacia la teleneurología en un sentido más amplio y más útil. Esta iniciativa ha supuesto una mejora en la calidad asistencial de los pacientes, una gestión más eficiente y coste-efectiva, así como mejores resultados clínicos», explica el Dr. José Fernández Ferro, jefe del Servicio Integrado de Neurología de este hospital, así como de los hospitales universitarios Rey Juan Carlos y General de Villalba.
Gracias a la teleneurología, son numerosos los pacientes que se benefician del apoyo de la guardia de Neurología a los problemas neurológicos urgentes.
«Recibimos entre 120 y 130 llamadas al año para consultas de cada uno de los hospitales a los que damos apoyo. De estas, en torno al 50 por ciento corresponden a sospecha de ictus y la otra mitad a problemas neurológicos de otros ámbitos», comenta el especialista.
La teleneurología, una atención especializada del ictus
Este apoyo especializado y telemático se puede llevar a cabo a través de diferentes sistemas. Clásicamente se realiza mediante videoconferencia vía conexión a internet en un entorno seguro, pero las aplicaciones de vídeo entre particulares, con posibilidad de revisión de neuroimagen en línea, están ganando progresivamente terreno.
En opinión del Dr. Fernández Ferro, «estas acabarán por imponerse cuando garanticen la confidencialidad y seguridad suficientes».
La teleneurología permite discernir rápidamente entre aquellas situaciones graves en las que se debe poner en marcha el código ictus -circuito en el que se realizan una serie de pasos de la forma más veloz posible a fin de tomar la decisión de tratar, o no, al paciente con tratamientos destinados a disolver el trombo o a extraerlo mecánicamente- y aquellas otras que son menos graves y en las que se puede actuar con más calma.
«Hemos entrenado con nuestros equipos de Urgencias este circuito y volvemos sobre él periódicamente para mejorar el manejo del paciente en esta circunstancia», señala el neurólogo, asegurando que «ganar unos minutos puede suponer una disminución muy considerable de la discapacidad en el paciente».
Según su mecanismo de producción, el ictus puede ser isquémico o hemorrágico, siendo más común el primero, con un 85 por ciento de los casos. El ictus isquémico se produce por la obstrucción de una arteria, que provoca el cese de la llegada de flujo sanguíneo al territorio cerebral que riega, produciendo un infarto.
Por su parte, el ictus hemorrágico, también conocido coloquialmente como «derrame», se debe a la rotura de una arteria cerebral que causa un hematoma o hemorragia cuya sangre extravasada ahoga a las neuronas del territorio afectado.
El ictus isquémico se relaciona con la edad, así como con un grupo de factores de riesgo comunes a los problemas coronarios. Las arterias del cerebro son especialmente vulnerables a la hipertensión arterial, así como a la diabetes mellitus y al tabaco.
«Cada vez tenemos más información sobre la necesidad de actuar entre los 30 y los 50 años. Actuando en esa franja de edad, el impacto sobre los ictus en los 60 y 70 años es especialmente relevante.
Por lo tanto, la clave está en la prevención en las edades medias de la vida», expone el Dr. Fernández Ferro. En cuanto a los síntomas, hay tres que se dan en el 80 por ciento de los ictus: afectación del lenguaje, asimetría de la boca y debilidad en un brazo o en una pierna.
Acudir al hospital, imprescindible para el tratamiento del ictus
La ventana de tiempo para actuar cambia en función de la salud previa de las arterias del cerebro de un paciente, el tipo de trombo y su localización. Pero actuar en las primeras horas es lo fundamental en cualquiera de los casos.
Sin embargo, con la pandemia, «muchos pacientes se han quedado en casa, algunos con secuelas y, en el peor de los escenarios, falleciendo», lamenta el neurólogo.
Tal es así que la Sociedad Española de Neurología ha comunicado un descenso medio del 30 por ciento en el número de ictus ingresados en los hospitales españoles durante la primera ola de la pandemia.
«Evidentemente, no es que no se hubiesen producido, sino que no estaban llegando al hospital», apostilla, a la vez que insiste en la importancia de que los pacientes acudan a Urgencias en cuanto aparezcan los primeros síntomas.