Sondeos y encuestas electorales tendenciosas

Ya llegaron los sondeos y encuestas electorales más o menos tendenciosas

Redacción/ Sur Media Madrid/ Editorial

Se aproximan las elecciones municipales y autonómicas y la artillería, por utilizar un término bélico, en unos y otros partidos políticos comienza a dispararse. Una parte fundamental de todo el entramado electoral, lo componen las llamadas encuestas de intención de voto, que, en la mayoría de los casos, adolecen de una credibilidad demostrable. Es muy fácil hoy en día, que un medio de comunicación local, publiqué una encuesta de este tipo con el único fin de lograr notoriedad ante un público desinformado y en muchos casos apático, que lo único que espera de esa pseudo encuesta, es que los resultados de intención de voto, favorezcan a la idea que ya tiene elaborada en su cabeza, es decir, una gran parte del electorado ya tiene decidido a quién va a votar, o si va a votar, entonces ¿qué sentido tiene publicar estos sondeos si todavía ni siquiera se conocen los programas de las partidos que van a competir en las elecciones?

La ley electoral debería ya exigir ciertas condiciones para la publicación de estos sondeos que hoy por hoy están más condicionados por el mercado electoral, que, por el criterio de realidad, así evitaríamos que gran parte de la paja que conlleva los debates de una campaña electoral, distrajera a las personas que todavía no tienen decidido el color del voto en las próximas elecciones.

Hoy los grandes partidos contratan empresas aparentemente independientes para que en sus sondeos de intención de voto les favorezcan a ellos, estas empresas que como su nombre indica viven de la facturación de sus estudios, por supuesto que no son neutrales (nadie muerde la mano que le alimenta) por más que se disfracen de demoscopia y neutralidad, los que realizan sondeos mayoritariamente se deben al capital que invierte en ellos y su intención claramente es influir en el electorado, invadiendo un espacio informativo convirtiéndolo en un espacio de opinión.

En el ámbito local esto no necesariamente se rige por quién financia (aunque también los hay) a esos medios locales, el objetivo de estos pequeños medios de influencia local o regional es lograr notoriedad y visitas a sus páginas web. Es evidente que estos medios de comunicación locales no podrán presentar unos sondeos o encuestas el lectorales fundamentadas y demostrables, porque lo más triste, es que nadie se lo va a exigir, los partidos políticos locales se conformarán en aplaudir “los resultados” de esa supuesta encuesta si les favorece y en cuestionar los resultados de esta, en el caso de no ser favorecidos por ella.

El caso es que al ciudadano, al vecino, lo que le interesa es no complicarse la vida, como hemos dicho anteriormente una gran parte del electorado, ya tiene decidido a quién votará en las próximas elecciones y los resultados de estas pseudo encuestas, sólo servirán para reafirmar lo que el ciudadano ya tiene elaborado en su cabeza y en algunos casos aumentar su decepción por lo que él pensaba que podría ser una buena opción de voto y tal vez le decidirá a cambiar su decisión “Voto Útil” o simplemente dejar de votar ante el ruido mediático en el que se convierten esos 14 días de campaña electoral.

Vivimos en una sociedad que desde los círculos de poder económico y también político considera al ciudadano medio como un imbécil, es decir en su raíz etimológica griega, que se define al imbécil como alguien que necesita de un bastón o de un apoyo externo, porque es incapaz por sí solo de tomar decisiones, de desplazarse sin la ayuda de esos seres superiores llámense políticos o grandes medios de comunicación y propaganda demoscópica.

Fomentar el desinterés del ciudadano medio en las cosas públicas o de gobierno, ha sido desde el principio una estrategia del neoliberalismo que la derecha de este país ha sabido aprovechar muy bien, porque los gregarios de la derecha, mayoritariamente personas mayores y conservadoras, acostumbran a acudir masivamente a los colegios electorales sin cuestionarse ni siquiera un minuto la intención de su voto y mucho menos preguntarse en qué le favorece a él a su familia y a su medio inmediato el introducir una papeleta el día de las elecciones, sin mirar las consecuencias que pueda tener esto en su barrio o en su municipio.

Por poner un ejemplo, en el ámbito de la Comunidad de Madrid a día de hoy las encuestas dan como clara ganadora a la candidata del Partido Popular Isabel Díaz Ayuso, sus votantes en un perfil mayoritario, son estos a los que nos hemos referido anteriormente, persona mayor, conservadora a la que se le dice en periodo electoral lo que ella quiere escuchar, estas personas normalmente muy desinformadas, mayores en muchos casos analfabetos funcionales, desligados en gran medida de las redes sociales y consumidores habituales de las tertulias de los canales de televisión más mediáticos.

Vistas así las cosas, no hay que ser sociólogo, ni psicólogo social como es mi caso, para saber que las encuestas previas a unas elecciones, sean del tipo que sean, locales, autonómicas o nacionales, se hacen con un claro objetivo, reafirmar ciertas convicciones del electorado mayoritario porque hay que recordar, que el mayor porcentaje de abstención en este país es el de la juventud y estos en el mejor de los casos, por cantidad tampoco representarían un voto peligroso o de cambio sustancial para el bipartidismo anclado en esta democracia formal. Por lo tanto, ni siquiera las grandes empresas que se dedican a estos estudios y sondeos preelectorales, los toman en cuenta, porque en la pirámide poblacional no representan una mayoría en un país de viejos.

Seguramente, alguno de los lectores no coincidirá con estas apreciaciones que hacemos desde aquí y tienen todo el derecho a hacerlo, pero no cabe duda de que el sistema electoral está condicionado y viciado por los recursos económicos con los que cuente un partido político y esto deja un margen muy pequeño, para que a través de las urnas se exprese claramente el sentir mayoritario de nuestra sociedad.